El fuego de tu sed nunca me deja
Se agolpa en mis días girando abrazados.
Balbuceando cosas muertos de risa
El fuego de tu sed lo traigo pegado
Adherido a la piel como una escusa
Y no querer, que te vas bajo la lluvia
El fuego de tu sed nunca me deja
Y hoy el día es gris y una tormenta amenaza entre tus piernas
cuento los minutos alrededor de tu cintura,
Y tu sed es para mí, y el reto es beber la ansiedad directo de tus labios.
Y este gesto de tu labio inferior que tiembla cuando dudas y rasguñas
cuando afirmas que el mar resplandece y las estrellas son quimeras
Y que son ansias la mañana
Y que un café nos abriga entre la manos
El instante de reir como locos desquiciados.
Y volver a recorrer nos el cuerpo como la savia recorre las ramas hasta palpitar en la punta de las hojas
y la lluvia escurre en el parabrisas que dibuja paradojas.
El fuego de tu sed nunca me deja, si tú bailas lento frente a mi
y bebo de tus senos la locura.
Y son sin letras las palabras
Y el dejar atrás las penas es un lugar común de frecuentes coincidencias, dónde el fuego de ti nunca me deja.